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Crónica Camino Natural de Mont-falcó al Congost de Mont-rebei


A las 6 de la mañana y con mucho camino por delante, ya estábamos preparados. Éramos 35 excursionistas que, en dos micro-buses, nos lanzamos a vivir un día de aventura y disfrute de la naturaleza en el Pre-pirineo Oscense y Catalán. El viaje, de al menos tres horas, serviría para reparar el sueño en algunos casos y para fomentar el estrés, a los que por miedo a lo desconocido y por vistas previas del lugar, no pudimos dormir a penas.

Ya llegábamos al albergue Montfalcó, antigua masía y única casa que queda en pié del pueblo. Sólo nos faltaban los 11 últimos km de pista, pero que 11km más abruptos y animados... El primer micro-bus abriendo camino, balanceándose entre baches y grandes socavones, el segundo tragando todo el polvo y viviendo de cerca, demasiado cerca diría yo, el panorama delantero. Entre ¡ays! y ¡uis! llegamos arriba.

Desayunados y recuperados comenzamos la ruta por un sendero descendiente que nos llevó a la fuente y antiguo lavadero del pueblo. Seguimos bajando por un camino fácil lleno de vegetación. A lo lejos divisábamos el Pantano de Canelles y, al otro lado, donde se estrecha el pantano, el Congost de Montrebei. ¡Wow! que maravilla.

Casi sin darnos cuenta llegamos a las primeras pasarelas aéreas de madera, que para superar el desnivel de 30m están ancladas a la roca en forma de zig zag. Un tramo espectacular donde los que no tenían vértigo subían con soltura haciendo fotos desde mil posiciones, y otros, con mucho cuidado y agarrados fuertemente a las estructuras metálicas, no lo pasábamos tan bien pero íbamos subiendo cómodamente los más de 130 escalones. 
Arriba ya, y por si nos había sabido a poco, separado por un camino de bajada muy bien acondicionado y con todo el Congost de Montrebei al fondo, nos quedaba el segundo tramo de pasarelas, más espectacular si cabe. ¡Que vistas! No me canso de decir "espectacular".  Subimos este segundo tramo disfrutando de los 50m de verticalidad y de la espectacularidad de los 159 escalones que, en este caso, lo componen.  ¡Ea! ¡Hay días que nuestro club también se sube por las paredes!

Bajamos por un camino de piedra suelta y pasamos por el famoso puente colgante sobre el río Noguera Ribagorzana que sirve de unión entre las tierras oscenses y las tierras lleidatanas, y que cuenta con gran valor simbólico. Un puente metálico que recuerda el Golden Gate de San Francisco, pero en miniatura. Los más vertiginosos pasamos sin detenernos y con mucha cautela.
Al otro lado del puente hicimos nuestra foto de grupo y seguimos ruta hacia el asombroso desfiladero de Congost de Montrebei. Caminamos unos kilómetros por una senda artificial, tallada entre rocas, con mucho cuidado de no distraernos con el paisaje, con las fotos y con las singulares vistas al Rio Noguera. Llegamos a un segundo puente, parecido al anterior que cruza el barranco de Sant Jaume y de allí por una pista llana y en buen estado alcanzamos La Masieta que era el final de nuestro recorrido.
Entre sol y sombra y con bastante fresquito, almorzamos de mochila y rápido a los buses para llegar a tiempo de tomar una taza de exquisito chocolate caliente, como no podía ser de otra manera, en la casa Brescó de Benabarre. 

El camino de regreso nos sirvió para comentar y compartir experiencias de tan vistoso itinerario.
Un especial abrazo de agradecimiento a todos los que lo habéis hecho posible.

Esther Cruz







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